Manuel José Martínez Orozco, Md
MSC. Toxicología
Especialista & Máster en Medicina forense
Desde el descubrimiento del
dicloro-difeniltricloroetao (DDT) por el Dr. Hermann Mûller hasta la fecha, en
Colombia se han utilizado una diversidad de plaguicidas como herramienta para
controlar las enfermedades transmitidas por vectores, en la agroindustria son
utilizados ampliamente para combatir las plagas que amenazan las cosechas y en
el contexto político los herbicidas tipo glifosato también son utilizados
contra los cultivos ilícitos, siendo un tema controversial que ha suscitado
críticas en la comunidad científica nacional e internacional, en los grupos
ambientalistas y los defensores de derechos humanos que han señalado
violaciones a las leyes colombianas y estadounidenses por la fumigación
(Idrovo, 2004).
En el ámbito internacional se
estima que la exposición a plaguicidas está ocasionando un elevado número de
intoxicados, principalmente entre quienes realizan labores agrícolas en países
en desarrollo; sin embargo no existe un cálculo exacto de la magnitud del
problema, la Organización Internacional del Trabajo, estima que los plaguicidas
se pueden asociar con el 14 % de las lesiones ocupacionales en el sector
agrícola y del 10 % de todas las defunciones. Colombia no cuenta con un registro epidemiológico
confiable sobre las incidencias o prevalencias de los estados de toxicidad en
la población, a pesar de estar expuesta a plaguicidas no biodegradables, metales o metaloides (Idrovo, 2000).
PRINCIPALES PLAGUICIDAS Y HERBICIDAS UTILIZADOS EN COLOMBIA
Un estudio realizado en siete regiones separadas de Colombia sobre el
uso de organofosforados y carbamatos mostró que en el país se utilizan
múltiples variedades de plaguicidas, los más frecuentemente utilizados fueron
los organofosforados (42.4%), seguidos
por los carbamatos (17.8%), organoclorados (8.4%) y clorinados (6.6%) (Cárdenas et al.,
2005).
Con respecto a los herbicidas es notorio el uso del glifosato
(nombre comercial Roundup) en la campaña de erradicación de narcóticos
financiada por el Plan Colombia, con el cual se inicia la controversia sobre la
seguridad de los aditivos que se combinan con el glifosato (Tenenbaum,
2002). Se ha observado una
aplicación creciente de glifosato para el control ilícito de la coca y la
amapola desde 1997, el área de cultivos de coca fumigados con glifosato ha
mostrado un incremento sostenido en los años recientes alcanzando aproximadamente 153.000 hectáreas en 2007. Se han
expresado preocupaciones acerca de los posibles efectos ambientales y en la salud
humana por el programa de dispersión aérea (Hewitt et al., 2009).
GENOTOXICIDAD
DE LOS PLAGUICIDAS Y HERBICIDAS
Un estudio realizado por Varona sobre alteraciones citogenéticas en un
grupo de mujeres trabajadoras del campo en Bogotá expuestas a los insecticidas
organofosforados y carbamatos, comparadas con otro grupo de no expuestas,
encontró que el grupo expuesto tuvo una frecuencia significativamente más alta
de células con aberraciones cromosómicas y de micronúcleos que las no expuestas
(Varona et al., 2003).
Buscando asociaciones entre los defectos de nacimientos en niños con el trabajo de la floricultura en sus madres, Restrepo estudió la prevalencia de nacimientos en 8867 trabajadoras en Bogotá, encontró un aumento del riesgo para hemangiomas en niños cuyos padres estuvieron expuestos a pesticidas en la industria de la floricultura (Restrepo et al., 1990).
Altamar observó un incremento al doble de las tasas de malformaciones congénitas en un periodo de 10 años en el Meta, asociadas con las fumigaciones con los herbicidas paraquat o glifosato, aunque también se tuvieron en cuenta otros factores como el alcoholismo, hipovitaminosis B, sin llegar a conclusiones definitivas sobre la relación de estas anormalidades con dichos productos (Altamar, 2002).
Olaya – Contreras y col en un estudio realizado en Bogotá con 306
mujeres, de las cuales 153 presentaban cáncer mamario mientras que las
restantes se utilizaron como grupo control, encontró hallazgos epidemiológicos
sugestivos de un incremento del riesgo para cáncer mamario en la categoría más alta de exposición al DDT
(Olaya-Contreras et al., 1998).
Con respecto a los insecticidas piretroides cabe señalar un
estudio que se hizo en soldados colombianos impregnando permethrin en el
uniforme y otras prendas de vestir como estrategia de prevención contra la
malaria y la leishmaniasis, los resultados mostraron que los uniformes impregnados
fueron virtualmente no tóxicos, solo se presentaron dos casos de irritación
moderada en la piel entre 229 sujetos (Soto et al.,
1995).
Debido a los altos cultivos de drogas ilícitas
en Colombia, el gobierno colombiano y americano ha tomado la estrategia de
erradicar los cultivos con herbicidas mediante fumigación aérea, lo que ha
traído una serie de cuestionamientos por el peligro en la salud de los
pobladores y la contaminación del ambiente. Algunos investigadores han mostrado
que el glifosato y el Cosmo-Flux no presentan un riesgo significativo para la
salud humana, por el contrario, en todo el ciclo de producción de coca y
amapola los riesgos para la salud humana asociados a lesiones físicas durante
la tala y la quema y el uso de plaguicidas para la protección de los cultivos
ilícitos se consideraron mucho más importantes que las de la exposición a
glifosato (Solomon et al., 2007).
Otros análisis han sugerido que el daño genotóxico
asociado al glifosato y evidenciado por el test de micronúcleo es mínimo y
parece tener un carácter transitorio (Bolognesi
et al., 2009).
En un estudio retrospectivo de cohorte realizado en
2592 mujeres colombianas fértiles de 5 regiones del país expuestas a los
diferentes usos del glifosato, el análisis de la ocurrencia del primer embarazo
mostró que la reducida fecundidad en algunas regiones no
estaba asociada al uso de glifosato, mientras
que otras regiones como el Valle del Cauca tuvieron el mayor riesgo de tener un
periodo de tiempo más prolongado para el primer embarazo, sin que se
encontraran explicaciones para esas diferencias (Sanín et al., 2009).
En la revista Food and Chemical Toxicology de la edición de septiembre de 2012 Séralini, G.-E., et al publicaron el artículo “TOXICIDAD A LARGO PLAZO DEL HERBICIDA
ROUND UP Y TOLERANCIA AL ROUND UP DEL
MAIZ MODIFICADO GENÉTICAMENTE”, el cual ha
sido reproducido parcialmente por los medios por la preocupación real de que
los productos alimenticios modificados genéticamente denominados transgénicos,
cabe decir aquellos a los que se les ha incorporado material genético de otro
para producir unas características deseadas, tales como el maíz, cebada y soya, puedan producir
efectos en la salud a los seres humanos.
El estudio en mención fue realizado de forma experimental con ratas, tuvo
una duración de dos años de seguimiento,
en donde se observó que los animales alimentados con maíz modificado
genéticamente tuvieron una mortalidad significativamente más alta y mayor
desarrollo de tumores hormono y sexo dependientes, es decir, las hembras presentaron
grandes tumores de mama, mientras que los machos presentaron con mayor
frecuencia congestiones hepáticas y necrosis, tumores palpables, deficiencias
renales crónicas, resultados que según
los autores, pueden explicarse por los efectos de DISRUPCIÓN ENDOCRINA del
Round UP, pero también por la sobreexpresión de los transgenes y sus
consecuencias metabólica.
Finalmente, concluyen los autores que ya era conocido que el
consumo de glifosato en agua por encima de los límites autorizados
pueden provocar fallos
hepáticos y renales (EPA) y que
los del estudio demuestran claramente que los concentraciones inferiores a los límites legalmente permitidos del
herbicida glifosato también pueden inducir
graves enfermedades dependiente de
hormona, tales como alteraciones hepáticas mamarias y trastornos renales. Del mismo modo, la interrupción de las vías
biosintéticas que puede resultar de la sobreexpresión del transgen EPSPS en el maíz modificado genéticamente NK603 puede dar lugar a
patologías similares.
CONCLUSIONES
La evidencia científica poco a poco va demostrando los efectos en
la salud a corto y largo plazo de los plaguicidas y herbicidas, algunos han
sido eliminados del mercado, pero otros todavía persisten, sin que la comunidad en general conozca los
riesgos reales, muchas veces por intereses económicos y políticos.
Es cierto que se requieren mayores estudios y observaciones en
personas, por lo que se recomienda a los médicos en general preguntar a sus
pacientes con alteraciones hepáticas, renales, tumorales, su procedencia y su
relación con los herbicidas y muy seguramente con el maíz que inundará el
mercado por el tratado de libre comercio con los Estados Unidos.
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